Montas una startup y pronto te das cuenta de que no, no eres el líder visionario (CEO), tampoco eres el mejor desarrollador (CTO), las ventas y el «hustling» no son exactamente lo tuyo (CRO), no sabes diseñar o pensar en cómo los clientes usarán el producto (CPO), resulta que las cuentas te aburren (CFO) y que nunca has oído hablar de Google Adwords, outbound marketing o lead generation (CMO) y lo que te queda, es postularte para ser el COO (Chief Operating Officer). Que para qué engañarnos, parece una posición un poco de prestado, como diseñada para el que no tiene sitio.
Bueno, si es lo que hay, vamos a ponernos manos a la obra. Cómo puedo ayudar a la startup, siendo el mejor COO, ese chic@ para todo con galones. Que es lo que hace el COO al fin y al cabo, todo y nada, ¿no?.
La definición que más me gusta es la de «generalista con talento y experiencia, capaz de entender tecnología al mismo tiempo que ordena temas organizativos y empatiza con el equipo«. Aunque en muchos de los casos, la función fundamental es hacer aquello que no le gusta hacer al CEO ;).
Y es que, que ese binomio, CEO-COO esté bien engrasado, es fundamental para el rol de COO pueda tener éxito y para que tenga impacto real en la organización. Porque será inevitable que existan solapes entre ambas funciones, mientras que el CEO define la visión general, el QUÉ, el COO apoya a los equipos mientras contruyen a través del CÓMO.
Algunas de las características que definen a un buen COO y que me encantaría dominar, aunque por desgracia, después de 15 años me parezca que sigo empezando, aprendiendo cada día y siempre estoy boxeando bastante por encima de mi peso, son:
- Ser el Chief Psychologist Officer, lo que implica tener una gran estabilidad emocional, para poder entender a muchos perfiles distintos, sin dejarse influenciar para las fuertes personalidades de los execs-fundadores de una startup. Al tiempo que pueda trabajar y tener una conexión personal con todo tipo de perfiles, desde desarrolladores a perfiles comerciales.
- Ser un vendedor. Ser el primer y mejor vendedor (hasta que deje de serlo). Y entender profundamente todos los pasos del proceso de marketing y ventas. Desde dónde se generan los leads y cuáles tienen más calidad, hasta el contacto inicial con el cliente, la búsqueda de sus necesidades de negocio y cómo el producto las resuelve, la negociación y el cierre del contrato. Con el tiempo, podrá ser menos relevante, pero al principio, debe construir el esqueleto del futuro equipo de ventas.
- Tener foco en los resultados y las métricas más importantes de la compañía (que deben ser pocos), y en cómo se alinean esas métricas más cortoplacistas con la estrategia a largo plazo. Con una gran atención por los detalles, para entender las implicaciones de una desviación y cómo afectan a la «big picture».
- Tener una gran capacidad de cambiar de sombrero continuamente, manteniendo un nivel de profundidad suficiente en todos los temas, para actuar de correa de transmisión y desatascador de bloqueos entre equipos.
- Mantener una actitud positiva y con foco en la resolución de problemas. Un foco incansable en cómo es posible resolver un reto y no por qué es imposible. Pero sabiendo discriminar entre lo posible y lo inalcanzable, para priorizar esfuerzos.
- Ser humilde. Tiene que entender que los focos de atención pública e interna estarán en otros roles y trabajar más en la sombra. Los egos son la mayor fuerza destructiva de estructuras frágiles como las startups. Y un buen COO debe entender que todos sus colegas son mejores que él en sus respectivos campos.
- Debe saber escuchar. Es quizá la habilidad más importante. Cómo escuchar sin sesgos ni prejuicios, sin juzgar. Cómo tener y tomarse el tiempo suficiente para primero entender lo que se discute y preguntar lo necesario antes de abalanzarse a dar todas las respuestas.
- Liderar a través del ejemplo de servicio a los demás: «management by service». Ser un modelo interno en implicación y aplicación de la cultura de apoyo y asunción de riesgos sin castigo.
- Tener una importante querencia por los números y las hojas de excel. Más todavía si la compañía no tiene CFO (probable al principio). Los presupuestos, las métricas, el análisis de lo que está pasando y los planes del futuro lo requieren.
- Ser bueno escribiendo, para comunicar interna y externamente desde los principios que regulan la compañía, la cultura hasta documentos legales y comerciales.
- Entender las dinámicas de la organización. Quién sabe hacer qué cosas, para pedirles consejo o ayuda. Qué palancas mover para dar saltos de gigante y ser creativo en la búsqueda de soluciones para el tsunami de retos que se presentan cada día, luchando, siempre, contra la política.
- Tener sentido de urgencia. En ocasiones será necesario tomar atajos para alcanzar un hito fundamental y debe saber empujar al equipo para hacerlo. También tiene que entender que no es posible abusar de esa carta porque desgasta muchísimo y crea deudas emocionales y técnicas.
- Ser el «Defensor del equipo» a todos los niveles y en todos los aspectos.
- Ser un maniaco de la mejora continua, de construir por encima de lo existente, sin reinventar la rueda a cada paso. Buscando mejores prácticas y entendiendo que la perfección es imposible y que es necesario tomar compromisos para avanzar.
- Ser flexible. Para ayudar a integrar todas las funciones de la compañía unas con otras y para ir modificando su papel e impacto a medida que la compañía avanza.
- Ser un buen comunicador. Para poder expresar la visión de la compañía y su traducción interna y externa, tanto al equipo, como a la Board o los futuros inversores, como una extensión del CEO, donde sea necesario.
- Ser divertido. Porque es montar una startup no es un camino de rosas, y hay que conseguir encontrarle el gustillo por el camino.
- Ser orgulloso, para no olvidar los hitos conseguidos en el pasado y atragantarse con todo lo que, siempre, queda por hacer.
- Tener pasión. Porque sin pasión, nada tiene sentido.
Curiosamente, en las fases iniciales (y no tanto), lo que menos hace el COO, es precisamente ocuparse de las Operaciones. Si no que, se convierte en un rol flexible, que cubre los huecos allá donde la compañía los necesita y permite crecer al tiempo que las estructuras se van volviendo más rígidas y su rol se consolida en el «company building» más estricto.
Ahora que releo la lista, me parece que el mejor consejo que puedo dar a quien pretenda hacer una carrera de COO, (cómo se puede tener vocación de esto?) es directamente especializarse en cualquiera de las otras funciones ;).
Mucha suerte!.
Buenísimo! no lo podría haber explicado mejor! enhorabuena.
Muchas gracias Oscar!
Buenísimo… pero el primer párrafo me ha roto un poco ;p
Jeje. Gracias!.
El primer párrafo es el mejor. Porque señala, con gracia, un agujero que parece provocado «por azar», cuando luego se dedica a demostrar que precisamente es un papel crucial. 🙂
Genial entrada, Miguel. Una vez anduve peleando con esto de describir el trabajo del COO, lo hice a partir de lecturas aquí y allá más que intentado «redactarlo de cero»: http://blogdesilta.blogspot.com.es/2017/02/el-coo.html
Me permito añadir tu primer párrafo y el enlace a mi «evolutiva» entrada…
Muy buen trabajo, de verdad.
Me ha gustado mucho tu artículo, lo comparto!.
Gracias!! Encantado.
Muy bueno. Llegué por recomendación de Belén Achaerandio, y ha merecido la pena. Si alguien las reúne todas, lleva capa. 😉
jajajja me sigo riendo de la definición de COO;) Gracias
Me ha encantado este texto, me he sentido muy identificada 🙂 Hace un año escribí algo en esta línea pero analizando el puesto en el mundo de las agencias, donde muchas veces se llama Ops director a esta figura: http://blog.marbarbera.es/2016/10/thoughts-about-the-ops-director-position/
Me encantaría traducir tu post a inglés y compartirlo en mi blog para completar aquel otro, ¿te parecería bien? ¡Gracias!
Gracias, Miguel! Me has inspirado a escribir sobre qué hace a un buen CPO: http://www.theamazingstartup.es/que-hace-un-buen-cpo-manager-producto/
Que bien, me alegra mucho. Y un artículo muy interesante, lo comparto!.