El 8 de marzo, día de la mujer, es importante que reivindiquemos la necesaria igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. El estupendo documental de Newtral, Nevenka, estrenado este fin de semana en Netlfix, nos muestra que hemos avanzado bastante en 20 años, pero nos queda mucho por conseguir.
Tuve el privilegio de formar parte del comité de diversidad en nuestra área organizativa en Telefónica y aunque teníamos mucho entusiasmo como agentes del cambio para fomentar la sensibilización y cultura contra los sesgos inconscientes, además de apoyar políticas de conciliación, desarrollo del talento, etc, nuestro impacto macro fue menor del esperado. Y eso que en la compañía se toman la diversidad muy en serio.
Lo de la flexibilidad lo entiendo perfectamente, y claramente el COVID nos ha enseñado que el presencialismo y las camarillas que favorecen más a los hombres en su carrera corporativa, son bastante prescindibles. Pero la dedicación y elevada responsabilidad son inherentes a un puesto de gestión y me temo que no es posible ofrecer duros a cuatro pesetas. Para romper con la desigualdad y liberar espacio para la mujer, con una conciliación real, creo que es necesario que avancemos también en casa, para alcanzar la corresponsabilidad en la gestión de la vida familiar. Haciendo un equipo real con la pareja y poco a poco con todos los miembros de la familia.
Yo creo que soy un marido de esos que “ayudan” en casa, es decir, cuando me lo pide mi mujer libero mi agenda para recoger las niñas, llevarlas al médico o hacer un recado. Y los trámites financieros o el helpdesk informático me caen a mí. Y no se me ocurre quedarme sentado en el sillón mientras se recogen platos o toca cocinar la cena. Pero eso no es comparable en absoluto con la coordinación de todas las tareas familiares. Mi mujer tiene su trabajo y además el peso de gestionarnos a todos, como una COO sin equipo, con todos los platos en el aire.
Las tareas mentales de planificación y control llevan más tiempo del que parece, con continuos cambios y requiebros, y aunque muchas veces las mujeres con su increíble capacidad multitarea las pueden simultanear con otras actividades, no quita que no sea agotador y una fuente de carga mental y estrés continuado.
Creo que los hombres tenemos que entender que esta startup que es la familia, necesita que seamos mucho más que peones obedientes y nos impliquemos en la planificación y toma de decisiones. Tenemos que ser también dueños y co-responsables. Y no vale argumentar que nuestra productividad económica por hora pueda ser mayor de manera circunstancial (además, ¿qué sacrificios han ocurrido en el pasado para que esta situación ocurra?), porque no estamos considerando en ese cálculo todas las horas invisibles de trabajera que se llevan nuestras compañeras, y que son parte clave del éxito del proyecto común.
La tecnología quizá puede ayudar para crear mecanismos de gestión conjunta, con aplicaciones como Picniic o Flayk que permitan crear listados to-dos conjuntos, agendas compartidas y notificaciones para zoquetes como yo ;). Esto permitirá que los hombres seamos más conscientes de la sobrecarga de las mujeres y actuar al respecto, al tiempo que facilite la asignación de responsabilidades. Creo que sería buenísimo que tuvieran un contador de matripuntos, canjeables como los avios, por “perks” que le gusten a cada uno.
Pero más allá de las apps, o incluso de las campañas de sensibilización, toca ya ponerse las pilas y cada uno tenemos una misión que cumplir. Liberar el buffer mental y físico de nuestras compañeras es una necesidad imperiosa, y no de manera puntual, si no como socios iguales, aunque tengamos funciones diferenciadas, en un camino común.
No ayudamos en casa, somos parte de la casa.
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