Después de semanas de noticias muy poco esperanzadoras pensando en el tsunami que llegará en Octubre para la economía española, con la esperada subida de tipos y la desbocada inflación como heraldos del apocalipsis, me animó participar la semana pasada en la jornada de presentación de la estrategia de España Digital 2026.
Siempre he sido bastante escéptico con los anuncios políticos, y los titulares en los medios tienden a desdibujarse cuando se trata de ejecutar proyectos concretos y con impacto en el terruño. Pero en este caso, me gustó mucho ver a empresas y entidades públicas presentar iniciativas con cuerpo, en una ambiente positivo, de colaboración y de creación de valor futuro.
Los dineros europeos tienen el riesgo gastarse como si no fueran nuestros, (craso error) y no servir más que para maquillar una crisis que nos espera tras la pandemia y los años de dinero barato y cierto relajo. Pero en el plan se perciben una serie de ejes con gran potencial para crear empleo de calidad, crecimiento sostenible y a escala.
Y que van desde la conectividad digital y el impulso de la tecnología 5G, en la que ya somos líderes europeos, al incremento de capacidad en ciberseguridad, la vertebración de una economía del dato con un marco ético y normativo para la Inteligencia artificial, la transformación digital en el sector público (tan necesaria), la digitalización de las pymes que son un factor clave de generación de riqueza en nuestra economía, a la relevancia de España como Hub Audiovisual.
Creo que los PERTEs pueden ayudar a que las grandes compañías del país trabajen codo con codo con Pymes y startups muy tecnificadas y podemos finalmente dar a luz a un «mittelstand» a la alemana, con empresas medianas pero internacionales, con músculo competitivo y que sean resilientes a los cambios de ciclo económico.
No quiero pecar de ingenuo, y entiendo que nos vamos a encontrar muchos baches en el camino y vienen curvas durante los próximos meses que van a afectar a la vida de las personas. Puede que no todo el dinero europeo se invierta con criterios de frugalidad e impacto. Pero estoy convencido de que tenemos un gran país, con enorme talento y capacidad para competir a todos los niveles si acompaña el marco normativo y si todos nos alineamos en una misma dirección.
En lo que se refiere a nuestro sector, de venture capital y startups, también soy optimista. Como decía en mi intervención, se juntan propósito y oportunidad.
Oportunidad, por la madurez de fundadores y el momentum de inversión en startups, tanto por la cantidad de fondos levantados en capital semilla, como por la llegada de los grandes fondos anglosajones. Unido a la creciente sofisticación de los agentes del ecosistema, desde las Corporaciones que apuestan por trabajar con startups, a las Administraciones públicas, con ICO-Axis como gran exponente de buen hacer y flexibilidad para colaborar con el sector privado.
Y propósito, porque la aparición de fondos locales en etapas de crecimiento fomenta la creación empleo y riqueza locales. Según el European Startup Report, las scale ups generarán el 10% de los empleos del sector tech en Europa durante los próximos años, creciendo un 10% anual.
Y considerando que la inversión nacional baja del 50% al 0% desde el capital semilla al capital de crecimiento, hacía falta el apoyo de corporaciones e instituciones para ayudar a la industria de capital riesgo española a alcanzar el tamaño y madurez de sus pares europeos.
Sin olvidar el efecto que tendrá la nueva Ley de emprendedores, que será un «game changer» que nos sitúe con las reglas del juego de los mejores ecosistemas del mundo para construir proyectos globales, atraer talento e inversión y hacer de España una nación emprendedora.
En otro orden de cosas, me interesó la mención al «internet de los sentidos» que unirá el mundo físico con el mundo digital a través de personas, creando interfaces que imiten el comportamiento de nuestro cerebro y que nos permitan tener sensaciones físicas a través de interacciones virtuales. «Ready player one» parece estar más cerca de lo que pensamos… no se si es una distopía o un futuro esperanzador, el tiempo lo dirá ;).
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