A ratos me parece que llevo siendo inversor toda la vida, y que no hace tan sólo 12 meses desde que empecé a formar parte del equipazo de K Fund. En parte es cierto que llevo trabajando con Sergio o Arrola desde hace muchos años y que el mundo de las startups era ya una parte fundamental de mi vida, desde otros lados de la mesa. Y en mis cuatro años en Wayra, pude liderar y aprender en más de 130 comités de inversión para compañías de Europa y Latinoamérica en todo tipo de sectores y tecnologías.
Pero no es lo mismo. Una vez que te metes en harina a montar un fondo y tienes la responsabilidad directa de manejar los dineros de otros, que te han sido confiados mirándote fijamente a los ojos, te das cuenta de que el deporte que practicas es algo distinto y las sensaciones también.
Echando la vista atrás, hace 12 meses me planteé una serie de objetivos de cambio de rumbo profesional y con una búsqueda de propósito personal, para sacudir las condiciones de contorno en las que estaba inmerso. Y he sido muy afortunado de conseguir gran parte de esos objetivos en un año muy intenso, pero en el que tengo que estar terriblemente agradecido por muchísimas cosas. De todas ellas, la más importante es poder disfrutar de salud y tiempo con la familia.
En este tiempo, se han movido algunos de los cimientos del presente y pasado de mi vida. Y es importante reflexionar sobre las victorias y derrotas y alimentarse de los buenos momentos, porque no durarán siempre. Cuando alcanzas un hito que parecía inalcanzable, hay que celebrarlo. Entender por qué ha ocurrido y después evitar volverse demasiado loco, ¡porque la suerte y el karma siempre tienen mucho que ver!. Creo que la felicidad personal está muy ligada con mantener un equilibro inestable entre los extremos, con ser capaz por tanto de aceptar la renuncia de las cosas que no llegarás a conseguir nunca y buscar el tiempo y las ganas para dedicarlo a los demás y también a uno mismo.
Escribí acerca de esto:
«…
Toca morirme y vivir de nuevo,
ahogado en la nostalgia de un futuro que no llegará,
sepultado por hobbies que no son los nuestros,
demasiado mayores para ser ya buenos en nada,
demasiado jóvenes para desistir del ansia y
pasear las horas hasta que se cansen.»
A veces, la búsqueda de espacios para estar más presente y vivir más despacio, desistiendo del ansia, casa mal con la búsqueda de la excelencia en una actividad concreta. Y tampoco marida demasiado bien con otro punto importante, tener control sobre lo que haces, «agency» lo llaman los americanos.
En mi nuevo rol profesional, siento que tengo mayor control. La mejor definición que se me ocurre de mi cambio y de este año es: Lo mejor es mejor, y lo peor, peor. Mi montaña rusa vital ha vuelto a coger pendiente, y disfruto mucho de los hitos y los éxitos, que siendo compartidos con el equipo, me resultan un tanto más míos, al tiempo que me siento muy responsable cuando las cosas no salen bien, sin poder acudir a ningún primo de zumosol para esconderte detrás de sus brazos o quejarte de la burocracia.
Aunque la sensación de control siempre es ilusoria, porque al mismo tiempo, todas las condiciones del mercado han cambiado este año. El oficio del VC ha tenido que adaptarse a la realidad innegable de que estamos en un momento de recesión en el sector, esperemos que puntual, porque los cimientos son sólidos y sigue existiendo una gran creación de valor latente alrededor de la tecnología. La inversión de capital riesgo ha bajado más de un 25% en Q2 de este año y solo han surgido 8 nuevos unicornios en Julio, el menor número desde Junio 2020, al tiempo que se empieza a producir una corrección de valoraciones, atemperada en nuestra región.
Pero me despisto, vayamos a alguno de mis aprendizajes de este año:
- Ya conté que éste es un trabajo solitario, rodeado de gente, y cuesta acostumbrarse. Creo que construir una tribu propia es esencial, dentro y fuera de tu firma. Al fin y al cabo, se trata de una actividad de relaciones personales a todos los niveles y la creación de vínculos se consigue desde las emociones y los retos compartidos.
- Las cadencias del trabajo son variables, ligadas a una oportunidad de inversión concreta en la que todo se comprime y acelera casi hasta el absurdo, por lo que no es fácil mantener un paso constante de revisiones trimestrales, y entre reunión y reunión del comité de inversión de los martes, nos asaltan de improviso los townhalls a final de mes, como a traición.
- El fundraising ocupa gran parte de tu tiempo (salvo que seas General Partner de Lightspeed y vayas a la cena a mesa puesta), diría que más de 30% del tiempo, y durante muchos meses de este año, ha ocupado más del 70% del tiempo entre reuniones, viajes y seguimientos. Es sencillo olvidar con tantas tareas administrativas, de gestión de stakeholders, comerciales, eventos, que al final lo único que importa son los fundadores y sus startups.
- Soy más consciente que nunca de cuánto se puede aprender de los emprendedores, para entender cómo ayudarles. Toca leer mucho, muchísimo. Pero no lecturas veraniegas, si no de las de hincar los codos y estudiar, como en la carrera, acerca de tecnologías y tendencias. Si dejas de aprender aunque sea por un rato, te morderá tu ignorancia en las reuniones y en las tomas de decisión y te darás una torta por no fijarte en los puntos muertos de tu visión de ese futuro que construyen los emprendedores. Mi truco es escuchar atentamente durante el tiempo que nos regalan los emprendedores para contarnos su dibujo de esos futuros posibles.
- Las actividades del día no definen ninguna productividad en sí mismas, y una tarea absurda o reunión sin agenda puede llevar a encontrar la startup que cambie todo el valor de un portfolio. O puedes pasarte el día afanado en algo que no sirve para nada. Ser eficiente significa algo más que tachar tareas de un check-list, si no más bien, tener el tiempo disponible para encontrar los fundadores adecuados y poder preparar bien las conversaciones para entender lo que hacen y dónde van dirigidos.
- Vivir con el FOMO es complicado y dudas todo el tiempo de tus habilidades y conocimientos. Intento no olvidar mi pasado, lo que he vivido y los trajes que tengo en el armario para enfrentarme a distintas situaciones, pero también hay que ser humilde para entender que es seguro que voy a equivocarme. Además, el dinero, obliga. Representa una norme responsabilidad con los inversores, pero también con la realidad que te rodea, porque tienes una pequeña oportunidad de construir un mundo mejor y por eso quiero poner ahora más foco en startups con un ángulo potente en sostenibilidad y green-tech.
Y me quedan muchas tareas pendientes para este segundo año. Quiero hacer más benchmark de otros fondos, como COO me obsesionaba aprender de lo que hacían otros COOs en NYC, visitar sus oficinas, entender su estructura organizativa, sus hitos, ritos… Pero en el mundo del VC esto es más complicado, se comparte algo menos y quiero dedicar tiempo a aprender de los mejores, sus buenas prácticas y entender cómo aplicarlas a nuestra realidad y ecosistema.
Además voy a enfocarme más en forjar y afilar mi propia tesis de inversión y trabajar en mejorar mi expertise particular. Obviamente ligado a mis anclajes alrededor del Enterprise SaaS y las enabling tech, pero creo que para aportar cada vez más valor tengo que huir de mi tendencia a ser generalista y enfocarme más en temas profundos y concretos. Por ejemplo, la ciberseguridad y cómo se va a embeber en todas partes, el 5G y sus killer use cases alrededor de IoT – Data – Video o el uso de AI para procesos de software empresarial son areas que me interesan mucho.
Ha sido un año alucinante, con avances inimaginables, pero esta es una carrera de fondo, así que me quedan al menos 10 años de posts para compartir las vivencias y aprendizajes. Muchas gracias a todos los amig@s que me acompañáis en este viaje!!
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