Han pasado volando a mi alrededor, pero son ya seis meses desde que dejé la protección del mundo corporativo para hacerme Venture Capitalist. Y no, no he jugado al golf ni un sólo día.
Eso sí, mi montaña rusa emocional ha vuelto a coger pendiente, con vertiginosos subidones y alarmantes bajadas. Y en medio de la vorágine, me apetecía compartir con vosotros algunas cosas que he aprendido.
Básicamente y a modo de TL/DR, me parece que el trabajo de VC consiste en decir no muchas veces, al tiempo que también te dicen a ti que no, muchas veces más, tanto posibles inversores (LPs) como emprendedores.
Y entre ese trasiego de negativas, trufadas de algunos síes esperanzadores, tienes que lidiar con un FOMO apabullante, un síndrome del impostor de tomo y lomo y la certeza de que tus errores abrirán abismos a corto plazo, mientras que los aciertos madurarán lentamente durante los años.
Tenía la sensación de que he acumulado suficientes experiencias durante 17 años como emprendedor, business angel y ejecutivo corporativo para poder ser un inversor de capital riesgo decente. Pero cuando he decidido dedicarme a esto en cuerpo y alma, han cambiado las reglas del juego. De hecho, no me gusta llamarlo un juego, que manejar el dinero de otros y las ilusiones de los emprendedores es una actividad muy, muy seria, pero las reglas han cambiado en poco tiempo y estoy aprendiendo a adaptarme a las condiciones de contorno de extrema liquidez, hype de valoraciones y competencia acelerada.
Eso sí, es muy gratificante poder aportar esa experiencia ganada a golpes, para apoyar a emprendedores del portfolio de K y sumar mi granito de arena a su crecimiento.
Emprendedores > VCs
Lo primero que resulta claro, de manera apabullante, es que el poder ahora está en el lado del emprendedor. Ya me hubiera gustado vivir esta locura cuando estaba al otro lado de la mesa y tuve que visitar más de 80 VCs (y claro, en persona) antes de cerrar la serie A de CARTO. Ahora toca dejar los egos a un lado, llegar a las reuniones preparado y a tiempo, estar presente, ser rápido en las decisiones y ayudar donde puedas, desde el primer momento. Creo que este meme está mal y nosotros somos los de verde.
Por otro lado, me ha tocado volver a la calle a vender y convencer, como cuando era emprendedor, en maratonianas sesiones de fundraising a lomos de la moto de Arrola. Y confirmo que se vive mejor siendo comprador corporativo que como vendedor, muy abajo en la cadena alimenticia del ecosistema. Pero se agradece estar construyendo algo tuyo.
Es un trabajo solitario, rodeado de gente
Me habían hablado ya de la soledad del Venture capitalist, y es real. En este trabajo tienes tus propios pipelines de LPs y de startups, te trabajas tus propios deals y relaciones, creas tus propias tesis para generar tu convicción muy personal y la tienes que defender a capa y espada. Así que es importante sentirse cómodo con una elevada autonomía, incertidumbre y empoderamiento. Y para los que como yo, necesitan formar parte de un equipo para carburar, es vital que encuentres una gestora que tenga una cultura muy fuerte de compartir, disfrutar juntos y crear proyectos transversales donde interactúes con todos. Sí, como K ;). Así podrás encontrar los momentos de compartir, mostrar vulnerabilidad y generar espacios de confianza.
El control de la agenda es más difícil que nunca.
El tiempo siempre ha sido mi recurso más escaso y yo tenía la idea de que los inversores se pasaban gran parte del tiempo meditando entre sesiones de fasting intermitente. Pero parece que siempre hay algo que hacer, un tsunami de tareas urgentes, 24/7. Además, los 1:1 con emprendedores de dentro y fuera del portafolio pueden convertirse en sumideros de tiempo, y es difícil encontrar el balance entre ser «entrepreneur-friendly» y tener tiempo para pensar y construir cosas propias.
Habiendo participado en más de 150 comités de inversión en casi 4 años en Wayra, tenía muchas ganas de dedicar más tiempo personal al análisis de cada inversión, pero me da la sensación de que ahora el ritmo es aún más acelerado, con comités casi cada semana, follow ons, exits totales y parciales… Y tienes que sentirte cómodo tomando riesgos importantes con bajos niveles de certeza, y dormir por las noches a pesar de todo. Al menos algunas noches.
Ten tesis de inversión y tus propias opiniones.
Para decidir en qué proyectos invertir, la ejecución, sobre todo a escala, siempre gana a las ideas. Pero en lugar de centrarse en las distintas funcionalidades del producto, intento entender cuál es la tesis que ese emprendedor tiene sobre cómo será el futuro en su mercado. Qué es lo que no va a cambiar en 10 años y en qué hipótesis se basan para llegar a esas conclusiones. El camino es largo y para liderar inversiones en outliers que sean disruptivos, creo que necesito tener convicciones fuertes y fundadas, y no preguntarme, ¿quién más quiere invertir en esta ronda?. El FOMO no puede ser una tesis de inversión.
Es un trabajo de personas y la reputación lo es todo.
En este sector, creo que el acceso a los mejores [email protected] es un 80% del éxito, por lo que es fundamental establecer relaciones de confianza con otros inversores, con emprendedores, corporaciones…
Y las relaciones de confianza se generan desde la generosidad y la humildad. Toca escuchar, y mucho, y entender cómo los sesgos y las pre-concepciones definen gran parte de lo que pensamos.
Además, estamos en un mundo en el que el signaling está muriendo, con Softbank o Accel entrando en deals en fase semilla, Tiger o Insight indexando todo. Cada vez más, en estos viajes largos, optimizar por las personas y no por los logos y las valoraciones es clave. Y para eso hay que entender el valor que realmente aportas y también cuando estás mejor callado. Aspiro a ser el inversor que los emprendedores llamen cuando «shit hits the fan» y eso tienes que ganártelo día a día. Y por suerte, los emprendedores hablan entre sí, y tu reputación se convierte entonces en tu mejor activo.
Ser Chief Psychologist ayuda.
Una importante causa de mortalidad de las startups no está en el mercado o en el market fit, si no en el suicidio auto-inducido por una mala relación entre los fundadores. Y a lo largo de los años, surgirán más desalineamientos y disputas naturales entre equipos de alto rendimiento, que puedes ayudar a gestionar con la cabeza fría y con empatía por las motivaciones de todas las partes. Llevo ya unos años con ese rol en las espaldas y creo que podré ser útil en momentos complicados.
Momentum breeds momentum
Como todo en la vida, cuando las cosas van bien, suelen ir mejor y viceversa. Ahora estamos disfrutando en K de un círculo virtuoso muy bonito, que nos permite fichar a talento increíble, como Borja o Nacho. Y también encontrar compañeros de viaje de largo plazo, porque no siempre vendrán bien dadas, para construir una compañía más que un fondo o un conjunto de fondos.
Me encanta el concepto de Andreessen Horowitz: The firm>The fund y creo que Carina e Iñaki tienen esto clarísimo, con una vocación de permanencia y trascendencia que pasa necesariamente por rodearse de gente buena que sea buena gente.
Hay que escribir mucho y leer aún más.
En un entorno con exceso de tweets y cotilleos, explicar tus ideas de manera ordenada y sucinta, por escrito, ayuda a desarrollar las opiniones, a exponer los argumentos y permite una discusión profunda con el equipo o con los emprendedores. Es bastante sencillo afirmar que una startup tiene alto riesgo y que Google o Microsoft también podrían hacerlo. Pero es más complejo razonar por escrito en un par de páginas y con datos e hipótesis sobre esos posibles riesgos y sus mitigaciones.
Así que toca aprender todo el tiempo, desde dejarte unos euros comprando NFTs, hasta zambullirte donde no haces pié en el deep tech para entender el estado del arte de la IA, el IoT o el Edge Computing, al tiempo que amplias tu agenda para encontrar expertos de confianza que te puedan validar hipótesis y te ayuden a distinguir genios de locos, como si eso fuera posible.
Falta benchmark y compartir información
Con lo mucho que comparten los emprendedores (yo estaba en grupos de COOs en NYC, o en Chamberí Valley nos pasamos el día compartiendo herramientas, dudas, contactos), me parece que el mundo del VC es más cerrado y cada maestro tiene su librillo. Creo que es importante abrir más la industria, no sólo para compartir resultados de retornos, si no modos de trabajo, tesis de inversión, mejores prácticas… Me encanta la iniciativa de Beezer Clarkson de Sapphire Ventures y otros inversores, creando ·#OpenLP y creo que necesitamos una versión patria.
Faltan mujeres.
Y sobre todo en puestos de responsabilidad, y no vale decir que es que no hay muchas. Podemos hacer algo para corregirlo fichando a más chicas y dándoles oportunidades de desarrollo profesional para que se puedan convertir en partners. Por cierto, We are hiring!
Way too much money talk.
Por otro lado, se habla demasiado de dinero, todo el tiempo. Desde los retornos, de lo que han conseguido otros fondos, del valor de las rondas, quien ha conseguido F**k you money y en qué se lo gasta… Puede llegar a ocuparlo todo y me aleja de mi idea de hacer esto por un propósito y no sólo por la oportunidad de mercado. Me ayuda recordar una frase de un buen amigo, para poner los pies en el suelo: «De dineros y calidad, la mitad de la mitad«.
Prefiero pensar que este trabajo va de encontrar tecnologías disruptivas con aplicaciones en el mercado, y no de entrar en las rondas más calientes y conseguir elevar la valoración aceleradamente en rápidas rondas sucesivas. Sobre todo considerando que 10 años es un tiempo largo y seguro que habrá correcciones a lo largo del camino.
La verdad es que me siento terriblemente privilegiado de poder dedicar mi vida a algo que me apasiona, como parte de un proyecto consolidado como K y rodeado de gente con tanto talento, que además son más que majos. Sin olvidar que asumimos una enorme responsabilidad con los inversores que confían en nosotros.
Tengo muchas ganas de ver cómo evolucionará el proyecto, junto con la creciente madurez del ecosistema y seguir ayudando a los emprendedores a cambiar el mundo, pasito a paso.