Durante la cuarentena, y sobre todo, bajo la terrible preocupación por la situación sanitaria y económica, se hace difícil pensar con detenimiento y claridad. Es difícil dedicar unos minutos al futuro, cuando el presente se ve bastante oscuro, y todo son noticias sobre el Covid19, verdaderas o falsas, pero por lo general, malas.
Pero la semana pasada pude participar en un coloquio organizado por Ricardo Pérez del IE Business School, en el que charlamos junto con Mosiri Cabezas, William Davila y Javier Cuenca, sobre qué podemos esperar de un mundo post-covid y cómo la innovación tiene algo que decir en este escenario.
Podéis encontrar el vídeo completo aquí, pero al hilo de ese evento, os quería compartir algunas reflexiones sobre este entorno de incertidumbres que nos toca vivir. Y no me consigo creer que en 4-6 semanas todo habrá pasado y que volveremos a nuestra vida habitual. Me temo que nos tocan un par de años de “danza” macabra con el virus, con períodos de confinamiento secuenciales y progresivos y cambios potentes en lo social y lo económico.
Está claro que las startups se van a ver muy afectadas estos meses por una bajada generalizada de ventas, un menor apetito por el riesgo de corporaciones e inversores y más que probables problemas de liquidez. Cash is king, ahora más que nunca, y añado que será muy importante no sólo conservar la caja, si no el talento, que estará menos motivado, con situaciones personales complejas y con menor proyección de futuro.
Ya estamos viviendo en Wayra rondas con descensos en las valoraciones de hasta un 40%, en compañías potentes y en crecimiento y una bajada generalizada de previsiones de rondas o exits en nuestro portfolio. Pero también es cierto que desde Wayra no hemos dejado de invertir, y estamos más Open for business que nunca, con más de 8 inversiones aprobadas en las últimas semanas, con las co-inversiones como receta para superar esta crisis.
Son momentos complicados, pero los emprendedores son estupendos gestores de la incertidumbre y pueden surgir nuevas oportunidades en este contexto. No me creo para nada, que sea el mejor momento para montar startups, como dicen muchos gurús. Es un momento malísimo y cada vez que alguien dice que Airbnb, Uber o el mismo fondo Andreessen Horowitz comenzaron durante lo más duro de la crisis de 2008, se muere un gatito.
Pero se emprende a golpes, y ahora mismo, al calor de la revolución del 5G, del IoT, de la Inteligencia Artificial…, se está cociendo una tormenta perfecta de disrupción que permitirá surgir a grandes campeones del mañana.
Como brazo de innovación abierta, nos toca imaginar cómo podrá ser ese futuro que viene, y hacer apuestas por las startups que sean anti-fragiles en esas condiciones de contorno, las que crecerán y se harán más fuertes con el cambio de hábitos de conducta. Las que son capaces de reinventar modelos de negocio ya existentes, con tecnologías nuevas, de esas que antes de esta masiva digitalización propiciada por el coronavirus, no tenían masa crítica suficiente.
Por ejemplo, tendremos que poner atención en startups de wearables de salud, por supuesto conectados ;). Fijarnos en compañías que se monten sobre los sistemas de video conferencia actual para hacerlos más eficientes, divertidos y humanos; en startups de entregas a domicilio, sea a través de drones u otro tipo de vehículos autónomos; en equipos que trabajen para hacer e-learning de calidad para niños; en sistemas de atención temprana y acompañamiento para nuestros mayores utilizando inteligencia artificial; en e-commerce de todas las formas y colores, o en sistemas de impresión 3D comestibles, construibles, encajables…
No me gusta la impresión que percibo a mi alrededor y que twitter se encarga de propagar, de que somos marionetas del destino, esperando a que pase la pandemia y veamos cómo nos hemos quedado.
Creo que tenemos que tener un rol activo en aprovechar para cambiar cosas de nuestra sociedad, en particular dando un mayor empuje a la solidaridad, desde el nivel micro entre vecinos y compañeros, al macro entre estados. Con foco en políticas verdes para que aprovechemos al fin este teletrabajo que viene para quedarse y viajemos sólo cuando sea necesario y que hagamos nuestra esta frase que impregna la estrategia de nuestra compañía: Hacer un mundo más humano, conectando la vida de las personas.
Creo que hasta ahora mostrábamos una imagen irreal de nosotros mismos en las videoconferencias, como si nos avergonzáramos de teletrabajar. Y esta situación nos ha servido para enseñarnos a nuestros colegas y al mundo, tal y como somos, sin maquillar, con los niños encima de la cocorota, pero al fin y al cabo, nosotros mismos, humanos. No perdamos eso.
Y no nos olvidemos cuando esto pase, de las compañías que se han movilizado de verdad para ayudar estos días, entendiendo a los clientes no como un activo si no como compañeros de las mismas batallas. En el caso de Telefónica, hemos vivido un simulacro de uso masivo de las redes que nadie podía imaginar, y se agradece que tengamos más fibra que todos los países de nuestro entorno juntos. Pero se agradece más que en el momento en el que la conexión y la red se hace más necesaria que nunca (no quiero imaginar esta cuarentena hace 30 años), no se aproveche de una posición dominante y de clientes cautivos, si no que ofrezca GBs gratis, contenidos y se trabaje sin cesar en dar servicio, nada más. Y nada menos.
Como lo están haciendo estos días Inditex, Ferrovial, Santander, Mapfre y muchas otras, demostrando que las compañías grandes, bueno, las personas que trabajan en ellas y las que las lideran, tienen alma.
Deja una respuesta