Durante los últimos años intenté definir un framework para mis planes personales y profesionales, en forma de resoluciones variadas.
Así en 2020, decidí ir a por el bronce, «Pues bien, yo en el 2020, tengo el propósito de ser un bronce de libro. Muy pero que muy satisfecho con lo que he alcanzado y lo que esté por venir, y voy a dirigir a mi cerebro a compararse con todo aquello que me podría haber pasado y que, por suerte, no ha sucedido. Voy a pensar los bondades de mi familia, en el privilegio de mi trabajo, las amistades, las experiencias vividas, en lo afortunado que soy en todos los aspectos de mi vida».
Y en 2021, me decidí por cambiar y apostar por el oro «Voy a tomar decisiones relevantes, intentar ser dueño de mi destino, aunque éste pueda no resultar finalmente el que tengo en mente. Voy a buscarme las condiciones de contorno que me ayuden a gestionar mis propias ansiedades, y afrontar retos uno por uno, sin fragmentar mi atención en exceso. Paso a paso y con menor dedicación a mi adicción de Chief Psychologist de todo el que se me ponga a tiro. Y voy a seguir fallando, pero voy a juzgar menos, hacia fuera y hacia dentro».
Mientras que en 2022, me decantaba más bien por verlas venir, desde una sensación de agradecido privilegio «La verdad es que me siento terriblemente privilegiado de poder dedicar mi vida a algo que me apasiona, como parte de un proyecto consolidado como K y rodeado de gente con tanto talento, que además son más que majos. Sin olvidar que asumimos una enorme responsabilidad con los inversores que confían en nosotros. Tengo muchas ganas de ver cómo evolucionará el proyecto, junto con la creciente madurez del ecosistema y seguir ayudando a los emprendedores a cambiar el mundo, pasito a paso»
Y ahora en 2023, toca simplificar. Después de un año 22 en el que he conseguido cumplir prácticamente todos mis OKRs profesionales y personales, y en el que la vida me ha quitado pocas cosas y me ha dado mucho, creo que me falta balance.
Aunque me siento muy agradecido, tengo la cabeza en demasiados sitios y sobra crispación y prisa a mi alrededor, que me impiden disfrutar del momento.
Así que voy a empezar a meditar este año, voy a hacer más deporte (dicen que el entrenamiento de fuerza es lo que toca a mi edad) y mejorar al padel y al golf (esto segundo será fácil). Y me voy a quitar presiones y aprender que no importa demasiado la medalla que te pongan al final, si no entender que la vida es una carrera de fondo, en la que toca estar muy presente, y no 100 sprints cortos que te dejen desfondado, sin aire para respirar.
El riesgo de hacer planes para todo, y marcarte continuamente objetivos es que te llenes la agenda de actividades y retos, y encima luego consigas todo lo que te propones, pero no dejes espacio para la emoción de lo que no está previsto. Que viene siendo, la vida.